(18 DE SEPTIEMBRE, 2023) Por J. Jesús Esquivel.
Emma y Ovidio
Washington – En la misma semana de celebraciones patrias de México, el sistema judicial de Estados Unidos movió dos piezas interesantes de su aparente lucha sin freno contra el Cártel de Sinaloa.
Primero, dejó en libertad a Emma Coronel para acogerla en el programa de testigos protegidos y luego, obtuvo del gobierno mexicano la ansiada extradición de Ovidio Guzmán López.
Emma, la última esposa de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera y Ovidio, uno de los hijos del legendario capo y líder de una fracción del Cártel de Sinaloa, son figuras representativas y simbólicas de la fallida guerra contra las drogas del gobierno estadunidense.
La liberación de Emma y la extradición de Ovidio, juicio y eventual sentencia -si es que el hijo del Chapo para salvar el pellejo como su madrastra no decide traicionar a sus hermanos y se vuelve un soplón- no tienen mayor efecto positivo en la problemática de la guerra perdida contra las drogas que desde hace décadas lleva a cabo Estados Unidos.
Puede ser coincidencia, pero en la política e intereses de dos naciones esto es una falacia y el caso de Emma y Ovidio no es la excepción.
A cambio de su breve estancia de poco más de dos años en una cárcel con comodidades, liberación supervisada por 4 años y luego cambio de identidad y ubicación en un lugar desconocido de Estados Unidos en el programa de testigos protegidos de la DEA, Emma soltó al Departamento de Justicia todo lo que quiso de lo que sabe de las operaciones de narcotráfico a cargo de los hijos de su marido.
Ovidio, quien no es el líder de la ahora tan sonada e inflada fracción de Los Chapitos del Cártel de Sinaloa, será procesado judicialmente en la Corte Federal del Distrito Norte en Chicago, Illinois.
Ante esa Corte fue ajusticiado con la asignación de testigo protegido otro príncipe del Cártel de Sinaloa, Jesús Vicente Zambada Niebla “El Vicentillo”, hijo nada menos y nada más que de Ismael “El Mayo” Zambada García, el capo de capos de los narcos sinaloenses.
A Ovidio la DEA y el sistema judicial le dará el mismo trato que al Vicentillo para intentar doblegarlo y convertirlo en soplón. Arrogante y desafiante ante los fiscales de Estados Unidos, El Vicentillo en un principio se negaba a traicionar a su padre y a su compadre, El Chapo y a los demás capos de fracciones del Cártel de Sinaloa.
Frente a las negativas del primogénito del Mayo, los fiscales decidieron refundir al Vicentillo en la celda de castigo conocida como “El Hoyo”. Los meses que pasó bajo total aislamiento, incomunicado y sin ni siquiera ver el rostro de los celadores que le servían comida, la resistencia del Vicentillo se esfumó. Derrotado, aceptó la oferta de convertirse en testigo protegido evitando ser condenado a cadena perpetua como correspondía a su caso por los delitos de narcotráfico y lavado de dinero que la DEA le achacó. Traicionó a quienes debía traicionar y hoy goza de la libertad viviendo quién sabe dónde bajo otra identidad junto a su esposa e hijos. Lo mismo que ocurrirá con Emma.
Lo anterior, no es una suposición; mis padrinos, los hijos del Averno, me aventarían a uno de los cazos del sagradísimo Chamuco para achicharrarme por emular a Carlos Loret de Mola, el maestro de maestros de los montajes. Su calvario en El Hoyo y su claudicación ante la DEA lo narró el mismo Vicentillo cuando testificó para incriminar al Chapo durante el juicio del papá de Ovidio en Brooklyn, Nueva York.
Para la DEA, el testimonio del protagonista del “culiacanazo” en 2019 es crucial y esencial para incriminar a sus hermanos, los otros hijos del Chapo: Iván Archivaldo (el auténtico líder de Los Chapitos) y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, Joaquín y Édgar Guzmán López.
Ahora bien, si se doblara, Ovidio también podría contarle a la DEA lo poco o mucho que sabe sobre el paradero y actividades del Mayo. A este capo de capos ninguna autoridad le ha podido echar el guante, es un gran estratega y no le gusta el protagonismo ni los reflectores de la prensa como ocurría con su compadre, El Chapo.
Si en el acuerdo del Vicentillo con la DEA es posible un compromiso de no perseguir por lo menos públicamente al Mayo, ese tratado podría romperse si Ovidio suelta la lengua a cambio de algo preferencial para sus hermanos, si es que no los traiciona para evitar pudrirse en una celda de la prisión de súper máxima seguridad en Florence, Colorado y ser vecino de su padre. Si se amacha y decide irse a juicio, bueno, no sería nada extraño que Emma se estrenara como testigo del Departamento de Justicia para incriminarlo. En el narcotráfico las traiciones y puñaladas traperas son común denominador. ¡Chin! Me pasé de tinta.